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lunes, 2 de junio de 2014

No me pasó desapercibido su sonido. Al pasar por Begoña escuché el cimbreado de una guitarra y me acerqué. Un hombre la acariciaba con una suavidad extrema, aunq no por eso, dejara de hacerlo con la autoridad q cualquier melodía requiere; en este punto, la imaginación de cada un@ es necesaria y relevante.
En una pausa, le pregunté si entre su repertorio contaba con PEGAO de Feliciano; no, me dijo, pero si le gusta, puedo tocar para Ud. Entre dos Aguas, la conoce ?, me preguntó; naturalmente, Paco de Lucía  fué un genio, y Entre dos Aguas, aparte de ser una gran composición, es una dolorosa realidad. Sí, me contestó, hoy estoy aquí y quien sabe si mañana en la cárcel. Me abstuve de hacer comentario alguno, no iba yo por ahí. Escuché con devoción y viví con pasión los sones de una guitarra, aquella q durante tantos años fué mi compañera, y q ahora siento tan lejana. Media hora, y me alejé.

Me paré en una frutería dónde por todos sitios brillaban las cerezas. Entré y compré una caja de tres kilos. Me gustan, me gustan mucho las cerezas; pero no solo su sabor, las cerezas me gustan porq me entretengo en ver como maduran. Me estremezco al observar su periodo de maduración, como van cambiando de color, cual es su recorrido hacia la madurez, nunca feo, siempre lento, y muy digno en su final. Me recuerda a una preciosa mujer q por sentirse en la edad de la maduración mas dulce, tiende a verse horrible y se menosprecia de una forma totalmente injusta. Ella es como las cerezas, madura, pero con la propiedad y autoridad de las q las cerezas disfrutan, la belleza en el mas amplio sentido de la palabra, y la dulzura hecha realidad.

Seguí mi camino en compañía de mis pensamientos, mi cereza, y la melodía de Entre dos Aguas ..., la vida misma, oiga !!

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