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lunes, 9 de septiembre de 2019

La tardanza.

El día amaneció radiante. Después de varios días, el sol se dejaba ver sin tapujos y descarado. Abrió el balcón con el mismo entusiasmo    q lo hacía años atrás, cuándo la tuna la rondaba.
Inconscientemente se atusó delante del espejo y se encontró el reflejo de los recuerdos por olvidar y casi siempre presentes. De hoy no pasa, se dijo.
Transcurrió la mañana de forma poco habitual, ni leyó las noticias, ni siquiera cocinó . Decidió pasear envuelta por un mantón cubierto de caricias ya casi olvidadas.
Habían pasado los años pero las llagas producidas por su discreto silencio, lejos de la cura, se hacían más presentes. Cada una le recordaba un momento, un beso o una mirada, esa tan suya  por la q ella misma tb veía.
En éste caso, el tiempo pasado no fué propicio para el olvido. La tardanza había llegado a su fin. Hoy, sería hoy o nunca, volvió a pensar.

De regreso a casa se sintió especialmente tranquila. Se sentó con la serenidad propia de aquella  q espera su coronación, su trono y su victoria.
Treinta minutos pasaron, el tiempo necesario para hilvanar las palabras del amor nunca olvidado , aquellas q dejarían de ser sus llagas esperando por un bálsamo.

Creyendo q se alejaría del abismo de las tempestades, tomó el teléfono y marcó.
El Dígame de siempre se hizo presente.
Dígame ?, por dos veces más repitió.

No hubo respuesta, ni trono, no hubo coronación y la victoria huyó por la calle del olvido.
La escucha de la voz amada le produjo el vómito del amor más entregado en silencio.

Las llagas supuraron, sangraron,y la hemorragia ahogó aquellas palabras por decir.

El silencio se hizo para siempre y el mantón de caricias , abrigó el camino hacia su agonía.

Malditas las palabras por decir !!

Hoy