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lunes, 22 de julio de 2019

El recinto es amplio y muy claro, de una limpieza extrema y a nada huele salvo en las horas de comedor. A pesar de todo ello, la visión no es nítida.
Las personas se deslizan de un lado a otro envueltas en una continua niebla, nadie ve a nadie aunque se intuyen.
Tod@s se oyen pero no sé escuchan, su percepción auditiva es confusa e huidiza...
Viven en un ruidoso silencio q puede alterar la convivencia diaria. La rutina no forma parte de sus vidas, una ausencia preocupante aunque al mismo tiempo, agradecida.
Aparentemente, el tiempo ya no existe,  es una ausencia vital;  una huída casi voluntaria y bastante acertada.
Así imagino esa vida de claustro envejecido, dónde ya casi nada existe, dónde sólo quedan hilos de vida cosidos al escaso tiempo q marca el final.

 Deseo q la niebla persista y  os ciegue, q  no os permita ver vuestro escaso presente, seguid viviendo en la ignorancia de los sabios.

 Q las campanas tarden en repicar y  q la tierra os sea leve, seres de mi vida.

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