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viernes, 16 de mayo de 2014

Fué una reunión agradable, cargada de coloridas anécdotas ,y  un chorro de sensaciones bañadas por aromáticos olores. Ya en la calle, nos despedimos.

Con las manos en los bolsillos de los pantalones, enfilé la calle en dirección a casa. Hacía frío y demasiado viento. No me gusta el viento, pero ayer lo agradecí  como nunca. No me importó su azote en mi cara, muy al contrario, lo disfruté; y lo hice porq la incomodidad q me producía me alejó de pensamientos no deseados. Seguí caminado y de repente percibí una sensación de libertad q ya no recordaba.

Pensé q quizá ese viento fuera el barrendero ocasional q yo necesitaba, no lo sé, el caso es q cuanto mas ventaba, mas libre me sentía, y cuanto mas libre, mas tranquila, y cuanto mas tranquila, mas contenta y cuanto mas contenta,  indudablemente, mas feliz, y cuanto mas feliz, mas viva, y cuanto mas viva, mas despejada estaba mi mente.

Llegué a casa, abrí la puerta y respiré hondo. Me desvestí muy lentamente, como disfrutando de cada movimiento, q cosas ..., me puse el  el pijama y me lancé sobre el sofá. Una vez tumbada, cogí la manta y, como es costumbre en mí, me tapé de pies a cabeza, y cuando digo cabeza, aclaro q me tapo cabeza incluida.

 El silencio me acompañaba y me abrazaba sin rubor alguno. Escuché mi respiración, y me concentré en ella. Empezamos a trabajar juntas, no había prisa, el objetivo era común, alcanzar esa especie de nube desde dónde un@ puede observar lo q ocurre a su alrededor sin ningún grado de implicación. Lo conseguí, fueron unos momentos, pero muy reconfortantes y necesarios.

Alrededor de las 22.00h., sonó el teléfono, preciosa conver.

Hasta mañana, eran las 23.40h ...

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